La decodificación del comportamiento de las vacas es posible añadiendo tecnología de sensores a la RFID, lo que permite a las centrales lecheras conocer mejor el comportamiento diario, o incluso cada hora, de las vacas. Foto cortesía de NEDAP
Las vacas lecheras son buenas enmascarando su salud y comportamiento para alinearse con sus grupos, pero los datos procesables pueden ayudarle a descubrir lo que dicen sin palabras.
Puede que el ganado lleve siglos domesticado, pero siguen siendo animales de presa y trabajan para mantener sus secretos. Por ejemplo, aunque una vaca no se encuentre bien, intentará expresar el mismo comportamiento que sus compañeras, para no parecer la débil y resultar más atractiva a los depredadores.
Esas habilidades de enmascaramiento eran beneficiosas hace miles de años, pero hoy pueden plantear problemas en el manejo del hato.
Afortunadamente, la tecnología y los datos procesables están disponibles para ayudar a los ganaderos a descubrir los secretos de las vacas y tomar mejores decisiones para mejorar la salud del rebaño, la productividad y la rentabilidad de la explotación.
La identificación es la clave
La clave para desvelar los enigmas que a menudo plantean las vacas empieza por una identificación precisa de los animales. Los ganaderos necesitan saber qué vaca es cada una, dónde se encuentra en el establo y qué hace las 24 horas del día.
La identificación por radiofrecuencia (RFID) se utiliza en las granjas desde hace 45 años para identificar animales individuales en toda la granja.
Una vez identificadas las vacas, las centrales lecheras pueden incorporar todo un conjunto de herramientas que utilizan sensores para crear puntos de datos. Esta información sirve para las actividades de manejo y supervisa a las vacas en busca de desviaciones de los patrones normales antes de que puedan observarse visualmente.
Dado que los sensores están siempre encendidos, es mucho más fácil hacer un seguimiento del tiempo de descanso de las vacas, el tiempo de alimentación, la rumia y otras actividades, incluso cuando no hay personas presentes para presenciar los cambios.
Por ejemplo, es posible decodificar el comportamiento de las vacas añadiendo la tecnología de sensores RFID, lo que permite a las centrales lecheras conocer mejor el comportamiento diario, o incluso cada hora, de las vacas. Existen más oportunidades cuando la tecnología RFID se combina con las salas de ordeño y los robots, y se vincula a la producción de leche y otros dispositivos como las puertas de clasificación. Los sensores también detectan la actividad estral, ayudan a tomar decisiones reproductivas y a ajustar los protocolos reproductivos.
Ver lo que no se ve
¿Qué captan los sensores que las personas no pueden ver?
Cuando se trata de detectar el celo, los datos de los sensores indican con más precisión que las personas:
- Intensidad del estro
- Duración del celo
- Momento óptimo de inseminación
- Efecto de la expresión del estro (intensidad y duración) en la tasa de preñez
Además, estos datos ayudan a los ganaderos a identificar más rápidamente a las vacas que vuelven al celo antes de los controles de preñez. Esta información permite a las centrales lecheras devolver una vaca al protocolo de inseminación más rápidamente que esperar a un diagnóstico de gestación.
En el caso de los eventos de salud, los datos brillan a la hora de desenmascarar el comportamiento de la vaca antes de que aparezcan signos físicos. Por ejemplo, puede utilizar los datos para responder a preguntas como:
¿Está una vaca comiendo realmente en el comedero o sólo sigue a su grupo?
¿Cuánto tiempo lleva una vaca parada en un mismo sitio?
¿Cuándo fue la última vez que una vaca se levantó y se movió?
Los datos también pueden ayudarle a detectar problemas de salud de las vacas:
Vacas frescas: Los datos pueden señalar vacas con problemas de transición antes de que aparezcan físicamente, lo que permite un tratamiento y cuidados preventivos.
A mitad de lactación: Encuentre un comportamiento desviado aunque todos los indicadores de salud hayan sido normales hasta los 150 días en leche. La vaca parece estar bien, pero no lo está. Las alertas permiten a las explotaciones intervenir e iniciar los protocolos sanitarios adecuados.
Los sensores son más eficaces cuando las explotaciones combinan puntos de datos para obtener una imagen más amplia. Por ejemplo, combinando inactividad y alimentación o inactividad y rumia. Cuando los datos de alimentación y actividad están desequilibrados, basándose en la línea de base del comportamiento de cada vaca, la desviación activa un disparador para controlar a la vaca, lo que permite detectar antes los problemas.
Datos y vínculos de rendimiento reproductivo
La mayoría de las explotaciones lecheras no analizan los datos de detección de celos hasta que finaliza el periodo de espera voluntario (PEV), pero una investigación publicada recientemente por el Journal of Dairy Science indica que puede tratarse de una oportunidad perdida. Esta investigación demuestra que es importante observar la detección de celos dentro del PEV para comprender el rendimiento reproductivo, especialmente en el caso de las vacas multíparas.
Los resultados del estudio aportan más pruebas de que la expresión del estro en el posparto temprano influye en la fertilidad de las vacas lecheras lactantes.
Las vacas sin expresión estral detectada por un sistema automatizado de monitorización de la actividad desde el día 7 hasta el 60 posparto tuvieron un rendimiento reproductivo inferior al de las vacas que mostraron actividad estral.
Las vacas con mortinatos, retención de placenta, metritis y cetosis subclínica tenían más probabilidades de estar en anestro dentro del programa de control de la actividad reproductiva.
Estos resultados sugieren claramente que conocer la ciclicidad de una vaca antes de la inseminación puede ayudar a mejorar el rendimiento reproductivo. Además, la investigación indica que las centrales lecheras deberían controlar los ciclos estrales de las vacas mucho antes de lo que se pensaba, prestando más atención a la expresión del estro en el posparto temprano.
Secretos al descubierto
Conectar los datos de toda la cadena de valor del sector lácteo -desde los insumos hasta los productos- es fundamental para colmar las lagunas de conocimiento y revelar lo que las vacas nos dicen en silencio. Incluir la experiencia de asesores clave de la explotación, como veterinarios y nutricionistas, también permite a las centrales lecheras mejorar las estrategias basadas en datos a largo plazo.
Cada vaca es única; conociendo su actividad, comportamiento e historial, las centrales lecheras pueden comprender las necesidades individuales de cada animal y gestionar mejor esta variación para mejorar el rendimiento general del rebaño. Cuando se sabe cómo se comportan las vacas, las centrales lecheras pueden manejarlas por excepción.
Además, los datos de los sensores deben ser precisos y relevantes, junto con una interpretación y un contexto fiables para que las centrales lecheras puedan obtener el máximo valor. Hay que tener en cuenta el tipo de estabulación, el sistema de ordeño, la estacionalidad, la paridad de las vacas y la fase de lactación.
Además, las centrales lecheras deben adaptar la tecnología a sus objetivos, de modo que revele secretos de las vacas que permitan ahorrar costos de insumos, ahorrar tiempo y aumentar la productividad del rebaño y de la explotación, además de favorecer el bienestar de los animales y de las personas.
Incluso con 45 años de experiencia en la identificación y el seguimiento de animales, la monitorización de las vacas es más relevante que nunca. Las vacas nos hablan, pero ¿las escuchamos?
Artículo escrito por: Evine Van Riemsdijk para AgProud https://www.agproud.com